MACHIRULOS NO, MACHOS SÍ
Los feminismos liberales señalaban ya en su tiempo la división público/privada y que lo personal
es político, las radicales. Pero qué hacer cuando en una protesta ciudadana, una manifestación
del derecho a lo más intimo: a una misma, necesita para su éxito en el apoyo
masivo popular. Se junta el entramado patriarcal en el seno mismo de las
protestas (feministas) contra el sistema. No es nuevo en la historia. Ya les
pasó a las feministas marxistas que se cansaron de apoyar una lucha (la
estructura capitalista) y no ser apoyadas en la suya (la lucha sexista). La mujer será libre, decían, pero de momento tráeme un cafelito,
guapa. ¿Podré manifestarme yo sola con mis amigas? Pensarían algunas.
Esto nos pasa cuando al luchar contra las restricciones al derecho al aborto (al derecho de las mujeres a su cuerpo y su vida) se les unen los
hombres. Hombres que entienden que las mujeres tienen derechos y se unen a la
vindicación. Pero que compartan un objetivo no significa que hayan pasado por un
proceso personal, como la mayoría de las mujeres feministas. Los hombres no se
piensan tenedores de una plusvalía masculina. Y sobre todo no están acostumbrados
a perder sus privilegios, sino a ocupar sus espacios y a tratar todas las
situaciones según las reglas de juego masculinas. Qué hacer en este punto. Hay
mujeres que prefieren la lucha de las mujeres por, para y mediante mujeres,
exclusivamente. Como manifiestan algunas voces
como en el foro de Feministas Ácidas.
Ya hartas de luchar por unos espacios púbicos que los hombres consideran suyos
han de compartir y perder los espacios de protesta que las mujeres han ido
conquistando.
Pero en un ejercicio de dolorosa sinceridad. Las reivindicaciones
populares, como la del aborto, necesitan hombres a su lado. Lo ideal serían una
legión de hombres solidarios e igualitarios que respetan a las mujeres como
iguales. Pero lo que hay es lo que tenemos. En un mundo masculino con el poder
en manos de hombres (Estado, economía, fuerzas del orden, sectas religiosas,…)
la presencia de los hombres es legitimadora por sí misma. Al igual que la
presencia de blancos legitimaba como universales los derechos reivindicados por
los negros. Evita que, con muy mala leche, se reduzca a conjunto de histéricas a la población manifestante.
¿Las mujeres deben rechazar el apoyo de un posible 30% porque son machirulos? Estratégicamente no parece muy acertado. Parece
necesario aceptar el apoyo, aun con intromisión ofensiva, si perder de vista la
necesidad de trabajar las masculinidades de nuestros apoyos.
Esta es quizá la piedra que le duele al feminismo de acción. Pasamos de no
creer que estamos discriminadas, a quitarnos la venda, nos enfurecemos contra
los varones, por machistas, buscamos nuestros espacios y tratamos de establecer
alianzas con otras mujeres mientras intentamos extender la doctrina de la Santas:
Cristina de Pizan, Simone de Beauvoir, Kate Millett, Clara Campoamor, Betty
Friedam, Olimpia de Gauges, Etc. ¿No se nos olvida algo? Bueno, será que yo le
rezo a la Kollontai, porque creo que la mujer nueva necesita de un hombre
nuevo. Y en esto, nos quedamos pocas.
J. V.
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